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La CABEZA no es un hombre ni una mujer, ni mucho menos EL hombre. Sólo los sujetos o las especies, se doblegan, aceptan tener un género que subsume el total de las definiciones específicas. El recurso al cuerpo no es una solución mejor, antes que una referencia segura, estable, aparece troceado, no se observa una unidad de género ni un plan corporal único. Tampoco es un objeto, carece de identidad; luego en última instancia no tiene SER. Se trata más bien del punto exacto de desaparición del sujeto y el objeto, del hundimiento de las categorías objetivas y subjetivas, zona de naufragio, agitada por tormentas, justo por debajo de la línea de flotación, bajo la superficie, visibilidad escasa, luz indirecta, que anima el pensamiento. El ahogado como sujeto gérmen, larva acuática, a punto de morir y a punto de salir a la superficie, entre dos aguas. La fractura y disolución del sujeto y el objeto, el hundimiento súbito, tiene como resultado el nacimiento de una nueva fractura, de una disyunción insuperable de la imagen y el pensamiento, náufragos virtuales, supervivientes afortunados que llegan, cada uno por sus propios medios, a una isla desierta. La ISLA es el único lugar realmente habitable, el lugar de residencia de la cabeza sin nombre y sin número, aislada en un medio desconectado, población de lo inhóspito. Tan sólo el desastre, el naufragio, permite empezar a VER, iniciar el PENSAR; es necesario perder(se), perderlo todo, estar bajo el impacto de la catástrofe, conmocionado, para recibir el don de la visión y la ideación. Pozo oscuro agitado por impresones luminosas, atrapado en sus delirios. Ninguna capitalidad, ninguna cabeza activa, viene dada ni existe un método ni una forma establecida de lograrla; como no es algo ni alguien, es imposible de DAR o LOGRAR. Es un surgimiento, surge por la despoblación del sujeto y el vaciado del objeto, espontaneidad fuera de control, libre de ideas preconcebidas, historia personal e imágenes previas. El HOMBRE no está, el individuo concreto evita comparecer, falta el esquema general, la representación genérica que le asigne una posición, una función y una designación, rígida o flexible, según los casos. Las partes son independientes, ya no giran alrededor del todo, cobran vida propia, torbellino sensorial e ideal. La comunicación entre el TODO y las PARTES queda interrumpida, no hay señal; con las líneas cortadas, los puentes volados, el hombre de la REPRESENTACIÓN se derrrumba, sucumbe, la falta de suministros deja paso a una actividad, una animación suspendida que no tiene propietario, elude la forma de la propiedad. Es la fiesta de los supervivientes alrededor de los restos del naufragio, noche húmeda iluminada por el fuego.